“Todo acto de
escritura es un distanciamiento”
Estaba cansada del sostén, del maquillaje. Un día hacendoso,
una noche atareada. Después de soportar el metro, las colas, el tráfico, el
ruido, la maldita política, al fin llego a mi habitación. Soledad, eso es lo
primero que saboreo. Olor a libro, olor a mujer. Quería sentirme libre,
despojarme del estudio, del peinado, del rímel. Mi habitación está oscura, solo
la ilumina la luz de la Luna, lo único que puedo oír es el sonido de mi
respiración; lenta, pesada, cansada.
Estaba cansada de que me vieran bonita, estaba cansada de
los zapaticos arreglados, de la ropa interior de encaje, de la crema para tener
el cabello brillante. Estaba cansada de dietas y ejercicios, rituales de
limpieza para purificar la piel ¿Acaso tiene algo malo mi piel? Mi palidez
combina con mi habitación y su oscuridad, mi olor se fusiona con el olor a
libro, con el olor de mis sábanas.
Olor a mujer.
Me veo en el espejo y solo deseo desnudarme, quitarme las
ataduras de la vida en sociedad. Me quité el collar, me quité los zapatos. Sigo
mirándome en el espejo, me veo algo triste. Estaba cansada de ser siempre la
amiga fea del grupo, de las discotecas, del sabor del licor, de los sitios
clandestinos tan llenos de gente y tan llenos de soledad. Me quito el pantalón,
adiós a la camisa y al incómodo sostén.
Alivio, mi cuerpo siente que vuelve a respirar después de un
día de ir y venir, de falsas sonrisas, de planificadas respuestas, de saludos
por conveniencia, de una actuación sin sentido. Me veo desnuda en el espejo; al
fin puedo ser yo, estoy conmigo misma. La soledad ya no es aciaga, soy mi mejor
compañía.
Dejo que mi ropa interior se deslice por mi muslo, no dejo
de verme en el espejo. Me gusta como me veo, soy perfecta para mí (no para ti,
no para él, no para ella; para mí) No necesito medir el tamaño de mis senos o
el tamaño de mi vientre. Me gusta como me veo, me gusta verme en el espejo. Me
siento libre…
Observo mis caderas y pienso “Elizabeth Taylor, Rita
Hayworth, Marilyn Monroe” Soy mi propia Venus, nadie puede verme como yo me veo
ahora. Soy yo misma, no tengo que fingir, no tengo que buscar pretextos y
excusas, no tengo que enseñar mis dientes para demostrar que estoy feliz, no
tengo que abrir mi boca para saludarme, no tengo que hacer un ademán ni picarme
un ojo para gustarme. Soy libre.
Quiero tocarme y disfrutar de mi soledad, celebrar la vida a
mi manera: oyendo jazz con una copa de vino en la mano. Voy a bailar al ritmo
de ese viejo jazz y me voy a tocar. No tengo que explicarle nada a nadie esta
noche, no hay tabúes ni reglas que me aten. Soy feliz.
Mi cuarto tiene olor a mujer, olor a libro, olor a sábanas,
olor a arte. En alabanza a la mujer que soy,
me haré el amor a mí misma esta noche.
Boucless.