jueves, 24 de octubre de 2013

Otro escrito.

Después de tanto tiempo, vuelvo a publicar en el blog. Es un escrito que hice hace bastante tiempo, no es el mejor que he hecho, pero es una forma de volver a escribir aquí de nuevo. 



Te miro, me miras.
"¿Te apetece un cigarro? Hablemos de la vida" Me dices.
Melancolía, miradas taciturnas. 

-Háblame de las proezas y locuras que has cometido en nombre del amor-Te pido.
-La quise más que a nadie, ella me miró a los ojos y desde entonces quise ser enteramente suyo-me respondes.

Aspiro.
Aspiras.
EL humo se dispersa en la oscuridad de la noche.

-¿La amas?
-La amé
-¿La odias?
-Es sólo un recuerdo vago. No recuerdo sus labios, ni su cuerpo desnudo, ni su abundante cabellera. Sólo recuerdo su mirada.

Vuelves a aspirar.
-Puedo evocar su recuerdo cuando veo parejas comiéndose a besos bajo las titilantes luces rojas. Ahí, en lo mas olvidado del olvido, puedo encontrarla.

Te vuelvo a mirar.
-¿Cambiarías lo que pasó? -Te pregunto.
-Jamás- te oigo decir- Háblame de ti.
-¡Qué te puedo decir! De pequeña soñaba con caballeros hidalgos; Rodrigo Díaz de Vivar, Héctor Priámida, el Coronel Aureliano Buendía... Y uno termina besando sapos. El no fue el amor de mi vida, fue el amor de mi ahora.-te contesto.
-¿Me besarías?
-Te besaría.
-¿ahora?
-Después.
-Quiero beber.
-¿En nombre de ella?
-En nombre de él.
-Mejor bebamos por nosotros -te digo- no por nuestro pasado, ni por las antiguas lágrimas, ni por los clandestinos besos, ni por las caricias dedicadas, ni por las noches de placer, ni por su olor, ni su piel, ni todos los ratos que pasamos en su compañía. No, no bebamos en nombre de ellos porque sería brindar por el olvido. Bebamos por lo nuevo, lo que tenemos y lo que tendremos, por lo que viene y por lo que vendrá, por las nuevas caricias, las nuevas miradas, los nuevos amores. Bebamos por lo desconocido, porque nunca sabremos que pasará.

-¿Te gustó el cigarro?-Me preguntas.
-Me gustó conversarlo.
-¿nos vamos?
-Nos vamos
¿a dónde? 
-Al lugar mas recóndito, la lejanía mas lejana, lo mas olvidado del olvido, para comenzar de nuevo.

Boucless

martes, 22 de octubre de 2013

"Había un solo túneloscuro y solitario, el mío". — Ernesto Sabato, El túnel

Había una puerta. Era lo que separaba la Tierra del Infierno. Ella estaba del otro lado, riendo y gozando. En cambio, yo estaba adentro, atormentado. Cuestioné mis sentimientos, mis razones, mis ganas de hacerlo. Recordé el porqué no debía salir y verla, pero aún así no me importó. Sentí mi cuerpo caliente y me sequé una gota de sudor de la frente. Comencé a dar vueltas en la habitación, pensando nada, sintiendo todo. No era amor, era capricho. Del malo. Capricho de algo que no solucionaría mis problemas, que de hecho los empeorará. Me tiré en la cama y hundí mi cabeza en la almohada. No estaba llorando, ni recordé que podía hacerlo y que era experto en eso. Sólo estaba absorto en mis nublados pensamientos. Me paré y decidí salir de una vez. Y ella no estaba, se había ido. No me esperó, porque no recordaba que yo estaba detrás de la puerta. Sólo fui un fantasma que vio pasar. Es todo. Decidí entrar rápido a la habitación de nuevo, lleno de furia. Quería perseguirla y matarla. Quería ahorcarla poco a poco, destruyendo su terrible sonrisa hasta convertirla en una expresión de horror y súplica. Me la imaginé rogándome que la soltara, que la dejara vivir. Pero no tuve compasión, así como ella no tuvo compasión conmigo. Cayó al piso, con los ojos perdidos y un par de lágrimas en sus mejillas, siendo lo único que tenía movimiento en todo su cuerpo. Lo único vivo, y aún así muerto: eran lágrimas de una muerta. La dejé ahí, en el asfalto, vulnerable como la deseaba ver desde que me di cuenta que ella no estaba al lado lado de la puerta. Respiré hondo y sonreí, sorprendido por mis propios pensamientos criminales. Abrí la puerta y entré, pero volví a estar donde estuve unos segundos atrás. Volví a abrir la puerta, entré, y de nuevo estaba ahí. La había matado en mis pensamientos, la había imaginado en el piso con la cara roja y la marca de mis manos en su grueso cuello. Sentí un calor enorme, pero no sudaba. Ya no estaba en la Tierra ni podía estar ahí: ahora pertenecía al infierno. Y ahí me pudriré, con ella, que estaba en una esquina de aquella gran habitación, sentada abrazando sus piernas, llorando por su terrible final. Se lo merecía, pensé. Y ahora nos pudriremos los dos aquí, tú por joderme y yo por no perdonarte. Pero no me importa, perdonarte hubiera sido peor que acabar con tu vida.

Wallflower.

jueves, 10 de octubre de 2013

Carta de despedida

Escrito hace tiempo y encontrado hace poco

¿Qué me hiciste? ¿Por qué se me hace tan difícil olvidarte? Es que eres tan bella y yo sé que dentro de esos bellos ojos hay una persona con hermosos sentimientos. Si supieras cuánto te pienso, si supieras cuánto me enfado cuando hablas de otro chico, cuando estás con otro; y lo más doloroso tal vez es que no te puedo reclamar, que no tengo derecho de privarte de eso. Tu esencia está impregnada en cada una de estas palabras, en muchas de mis lágrimas, de mis noches, en algunas canciones. El maravilloso sonido del piano comprende mi sentimiento más que nada ni nadie. Te amo locamente, lo juro, y espero encontrar a alguien como tú pero que me quiera. Te deseo lo mejor y te ruego por favor que no me olvides, y que me tengas siempre en tu memoria como aquella persona que te amó aunque no recibió nada más que falsas esperanzas. Así que me despido para siempre de ti. Adiós. Hasta nunca mi amor. Deseo que seas muy feliz y que encuentres a tu verdadero amor. Sigue sonriendo tan hermoso como lo haces. Enamora a quien desees con tu hermosa sonrisa, tus brillantes ojos, tu suave cabello, con tu dulce voz, tu hermoso cuerpo, con la madurez en que resuelves los problemas, con tus expectativas de la vida y tus reales sentimientos. Ya encontrarás a alguien que abra tu corazón y dejes de ser tímida. Yo espero enamorarme locamente de nuevo, pero de alguien que me corresponda. Simplemente parece que tú y yo no nacimos para estar juntos. Te dejo libre, pero más importante aún... me dejo libre a mí. Te amé y te amo, pero no puedo seguir amándote. Hasta nunca M.

Con amor siempre,
Carlos.