sábado, 27 de julio de 2013

Sin título apropiado que justifique tal cursilería.

¡Cómo quisiera que las cosas fueran como antes!

Extraño las cartas perfumadas, los ramos de flores, aquel amor apasionado y ciego del que se habla en tantos libros. Extraño algo que no he ni visto ni conocido, sólo leído.

Con esta confesión no quiero afirmar que las primaveras pasadas son mejores que las nuestras. Estoy consciente de que cada época tiene sus aspectos positivos y sus aspectos negativos, por ejemplo, hoy en día es posible mantener una buena higiene (no como en el siglo XVIII y los anteriores a este, donde las personas más limpias se bañaban una vez a la semana) También tenemos el milagro de la medicina moderna y, lo más importante de todo, la mujer ya no es tan prisionera de las costumbres y convencionalismos sociales. 

Sin embargo he visto como lo romántico se ha ido extinguiendo poco a poco; hoy en día es mejor simplemente mantener relaciones sexuales y luego desaparecer a dedicarse a la ardua tarea de conquistar. Pocos somos los individuos que todavía tenemos fe en hallar a esa persona con la cual vivir una historia mágica. No malinterprete mis palabras, yo mas que nadie estoy de acuerdo con que cada quien es dueño de su cuerpo y apoyo la idea de una sexualidad sana y divertida. No obstante considero que tener sexo y hacer el amor no son la misma cosa. (Llámeme "cursi" si quiere, pero en algún momento debía de escribir sobre esto) 

Personalmente admito que me gustaría que me conquistaran a la antigua: poemas, sonetos, serenatas, que me sacaran a bailar. Pero también me gusta el lado pícaro; usar afrodisíacos, un buen vino y muchos lugares en dónde hacer el amor y hacer locuras. Para que una relación funcione de manera adecuada y sea estable debe existir un balance entre lo romántico y lo sensual.

Nosotros (los trágicos seres humanos, quienes no sabemos por qué estamos aquí, de dónde venimos y a dónde vamos) no podemos transcurrir la vida en soledad y quien piense que sí, se está mintiendo a sí mismo. Tarde o temprano necesitamos la compañía y cercanía de alguien, querer y sabernos queridos. Es muy difícil encontrar amor hoy en día y más difícil es encontrar a alguien que cumpla con tus expectativas, lo único que puedo asegurarle es que en algún momento se enamorará y así mismo se enamorarán de usted. Si me gustaría que las cosas fuesen como antes, apasionadas y desesperadas, porque así soy yo: apasionada y desesperada. Pero los tiempos que vivimos son diferentes, son apresurados e intranquilos. Sólo me queda decirle que siga luchando por conseguir cariño, pues al final de cuentas, el amor, al igual que la música, son unas de las pocas cosas que nos demuestran que estamos vivos.


Dedicado a mi amigo Carlangas, un loco apasionado como yo...Y también a usted. 

Boucless.

lunes, 22 de julio de 2013

Expectativas

Somos muchas las personas que deseamos un amor verdadero, ridículo y dedicado; y muchos de nosotros sufrimos por un amor no correspondido. Pasamos noches pensando en esa persona, deseando enormemente que esté ahí con nosotros. Nos frustramos. Y, como somos especialistas en el masoquismo, pensamos en lo que haríamos con esa persona. Y me imagino acostado junto a ella, con la cortina recogida desnudándonos ante el cielo, besándonos, abrazándonos, riéndonos, acariciándonos, tocándonos. Entonces, escucho su respiración agitada. Siento sus labios en los míos. Escucho mi nombre en su perfecta voz. Nos imagino acostados en el césped, viendo las estrellas. No se escuchan nuestras voces, pero sí nuestros pensamientos. Escucho su corazón latir fuerte. Siento su excitación al tener su cuerpo junto al mío. Entonces, abro los ojos: me encuentro con una habitación oscura y sola. Ni yo me siento ahí. Yo no estoy ahí: estoy perdido en mi mente, en mis pensamientos. Me molesto conmigo mismo. ¿Por qué pienso en todo eso? Pero parece que no pensar es peor que sí pensar. Y paso el resto de la noche odiando la realidad.

Y así hasta peor pensamos en nuestro amor platónico. Nos preguntamos: ¿por qué me pasa esto? ¿Qué hice? No me lo merezco. Y es verdad, no lo merecemos... ¿O tal vez sí?

Estamos bobos por una persona que nos parece perfecta. Todo (o casi todo) respecto a ella es perfecto. Nos volvemos ciegos. Su forma de vestir, sus ojos, su voz, su cabello, su risa, su sonrisa, su figura, sus manos, su pecho y todo nos parece que encaja en la perfección. Hasta por tanta grandeza llegamos a sentirnos inferiores. Y por ser ciegos, no nos fijamos en la belleza de otros. En esa persona que sí le gustas. Estamos tan locos por aquella, que no nos fijamos bien en esta. De hecho, hasta inconscientemente le buscamos defectos para agrandar a la otra. Y por eso no aceptamos a quien tal vez sí nos daría amaneceres, atardeceres y noches llenas de cariño y amor. Es entonces cuando pienso al respecto y me pregunto: ¿comenzamos enamorándonos de verdad de una persona o sólo de la imagen de perfección que creamos? ¿Por qué nos importan más las apariencias que los sentimientos?

Rechazamos (sin mala intención obvio) personas porque nos parecen pequeñas, o muy altas, o por su color de cabello, de piel, de ojos, por sus pequeños pies, por sus grandes pies, por sus dientes, por su peso, por su voz, etc. Nos hacemos ideas erróneas. Pero entonces, cuando encontramos a alguien que encaja con nuestro estereotipo, nos "enamoramos". Y no puedo evitar preguntarme: ¿es la búsqueda del amor, o la búsqueda de alguien que cumpla con nuestras expectativas?

Wallflower.

miércoles, 17 de julio de 2013

El caballero de rojo y la princesa del lago.

Desde tiempos inmemoriales se había hablado de un lago antiguo en el que vivía una princesa, ella estaba confinada a vivir en el centro del lago, a causa de una maldición que cayo sobre el rey hace muchos años. Muchos caballeros aceptaban la propuesta del rey de liberar a su hija de aquella maldición, pero ninguno volvía con vida para contarlo.

Hasta que un día un valeroso caballero de rojo, cargando una espada inmensa y de larga envergadura (se decía que con ella mato a más de veinte dragones) fue ante el rey, aceptando su propuesta de salvarla, con la condición de casarla con el lo más pronto posible. El rey no lo dudo un instante, pensando que si era lo suficientemente honorable y habilidoso para salvarla, seria un esposo de valor. El caballero salio esa misma noche en dirección al lago. Luego de varios días llego a las cercanías del lago, notó que era muy claro, se aproximo a la orilla y mirose a si mismo en el reflejo del agua, mayor fue su sorpresa cuando su reflejo empezó a cobrar vida y levantarse de entre las aguas -el lago estaba hechizado-. El caballero en su defensa ataco, y su sombra le respondió con la misma fuerza, hizo una estocada hacia la armadura de su oponente, y este la evadió sin más. El caballero y su alter ego estuvieron combatiendo por varias horas, jamás había peleado con alguien tan intensamente, y ya se hallaba cansado. Reflexiono el caballero, y opto que rendirse seria la mejor opción, y si el caballero atacaba, el buscaría una apertura para matarle. Soltó su espada.

Se quedo atónito cuando vio que su sombra soltaba la espada también, rindiose, en efecto. Su silueta volvió a fundirse con el lago. Apenas hubo desaparecido un sendero se iluminó hacia una isla pequeña, donde se hallaba la princesa postrada, sonriente. Inmediatamente le abrazo y ella le beso cómo nunca hubo besado a un hombre.

-Oh, caballero, me has librado del hechizo, pensaste sabiamente tus acciones, pues pelear contra uno mismo en guerra solo lo destruye a uno, nunca habrá un vencedor-.

El caballero había comprendido porque su sombra se rindió, era una prueba de cuando uno debe saber rendirse, sobretodo si la pelea es con uno mismo. Llevo a la princesa en brazos de vuelta al castillo del rey. Apenas hubo llegado la noticia llego a oídos del rey antes de que llegase a sus aposentos, y ordeno que se hicieran los arreglos apenas la princesa hubiese descansado. Recibió a ambos con alegría, y al caballero le concedió su promesa, y le condecoro como "El caballero Dragón", por su sabiduría y el rojo de su armadura. Nunca olvidara el caballero esta grata lección que aquel antiguo lago le heredo.


"La guerra más difícil consiste en combatir es contra uno mismo" (Barón de Logau)




Riccio.

miércoles, 10 de julio de 2013

Frente a mi ventana.

Son exactamente las doce. Paseo por mi casa como un alma en pena, mis únicos acompañantes son el eterno "tic-tac" del reloj y mis recuerdos. Suspiro y me dirijo a mi habitación, para ser más precisos, a la ventana. Me asomo y observo la vista, taciturna. En la penumbra mis sentidos se despiertan; veo los edificios de La Candelaria también sumergidos en la oscuridad, salvo por una que otra ventana que destaca por tener las luces encendidas. Sigo guiándome por mi vista y observo la única calle que se ve desde mi perspectiva; está sola y oscura, salvo por las tenues luces de la acera y aquellos seres que se atreven a aparecen sólo en la noche.

Suspiro y me pregunto cuántas personas estarán haciendo el amor en este momento o durmiendo abrazadas bajo el calor de las sábanas. Me pregunto también cuantos hombres y mujeres estarán calmando su sed sexual en la habitación de un hotel barato por unos cuantos minutos para después separarse y no volverse a ver jamás. Pienso también en cuántas personas estarán muriendo en este momento, ya sea por la alarmante inseguridad de nuestro país, por una enfermedad o simplemente de melancolía. 

Es entonces cuando analizo los acontecimientos de mi vida: 17 años. 17 cortos años que para mi han sido precipitados. Me cuestiono a mi misma pensando que quizás he vivido una vida muy apresurada y he hecho muchas cosas antes de tiempo, empiezo a recordar esas palabras que dije que hirieron a un buen amigo, a aquellos hombres que conquisté solo por despecho y una que otra contestada a mi hermana y a mi papá; espero que algún día me perdonen. 

Ocurre que en el reflejo de mi ventana se aparece el rostro de ella. Está mirándome fijamente con sus grandes ojos verdes, me mira con melancolía porque sabe que yo me encuentro melancólica. A estas horas de la noche es cuando puedo sentir la presencia de todos aquellos seres queridos que no he dejado de amar y de recordar aunque el paso del tiempo siempre esté ahí, amenazante. Siento que las dos mujeres que marcaron mi infancia están aquí conmigo; al pensar en ellas, en sus vidas, sus amores, sus desesperanzas y en cómo se fueron de este mundo, logro entender por qué 17 años pesan tanto. 

Logré entonces encontrar una respuesta a la pregunta que siempre me había hecho. "¿Por qué escribo?" Escribo por ellas, para que el paso del tiempo no borre sus historias. Escribo porque pienso que toda historia es digna de ser narrada si la prosa es bella y fiel.

Por ejemplo, ¿Acaso no sería digno de escribir acerca de cómo mis abuelos vivieron la guerra civil de España? ¿Cómo dejaron de comer? ¿Cómo los marineros de la embarcación en que estas dos personas zarparon a Venezuela le gritaban piropos a mi abuela por su hermosura, a pesar de que su marido estuviese presente?  O ¿acaso no es digno escribir sobre cómo mi mamá en su lecho de muerte afirmó sonriente que lo mejor que le había pasado en su vida había sido conocer a mi papá?  ¿De cómo estas dos personas se amaron a pesar de los rechazos, la pobreza, la enfermedad? Sin mencionar también la historia de mis otros abuelos, igual de impactante y mortal. 

Dicen que no hay nada mas egocéntrico que una autobiografía. Pues yo asumiré esa carga y escribiré mi historia, quizás no directamente sino a través de cuentos y fragmentos, pero la escribiré. La historia de mi familia, de cómo se sobrevive en este mundo de sinsabores hasta llegar a mi generación. 

Debo escribir simplemente como una forma de luchar con el paso del tiempo, para que la muerte no borre todas estas vivencias y para demostrar que la vida real puede ser tan fascinante como la fantasía. 

Debo escribir a su vez para poner algo de orden en mi mente: para mí todo es arte. Cada suspiro, cada gemido, cada beso, cada flor, todas las lágrimas, todas las sonrisas, todos los recuerdos, son arte. Para mí todo está ocurriendo en el mismo momento, no hay un orden cronológico en mi cabeza. Mientras que yo escribo a estas horas sentada frente al monitor, al mismo tiempo está ocurriendo la Segunda Guerra Mundial, Cristobal Colón está descubriendo América y Freddie Mercury está cantando frente a miles de personas. Escribir es una forma de mantenerme cuerda y no dejarme arder por las sensaciones y los recuerdos. 

Es difícil lidiar con nosotros mismos.

Boucless





Vicios.

Supongo que son muchas las personas que le aconsejan a un amigo: "por un día que no fumes (o tomes), te ayudará". A mi me lo dijeron, y asentí. Pero ahora que lo pienso, las personas te aconsejan para que dejes vicios notables y tangibles, pero se olvidan que amar es otro vicio, y hasta te puede matar más que un cigarro o una botella de licor. Amar te puede desgarrar por dentro, te puede volver inseguro, hasta existen las personas que se convierten en asesinos por amar con locura. De hecho, amar te puede volver fumador y alcohólico. No digo que el amor es peligroso y que no deberíamos arriesgarnos, todo lo contrario: debemos lanzarnos a ese precipicio lleno de adrenalinas y noches sin dormir, lleno de lágrimas y sonrisas, para poder sentir la vida. Para vivir. Y también está bien que te ayuden, de hecho, hasta se siente bien que se preocupen por ti. Pero mi cuestión es esta: ¿por qué todos estamos pendientes y preocupados de la superficie, de los vicios que se ven; y no del fondo, de aquellos problemas internos que nos van matando poco a poco?

Piensa sobre eso.

Wallflower.

viernes, 5 de julio de 2013

Baila para mí, Salomé.

Salomé se incorporó, hipnotizada por el ritmo de la música. La noche estrellada y la tenue iluminación de las velas transformaban el palacio griego en un paraíso de atmósfera sensual y seductora. El público aguardaba en silencio el comienzo de aquel ritual, embriagados no sólo por aquel espectáculo visual sino también por el vino servido en copas de oro. La mezcla de la carne con el tinto actúan como un buen afrodisíaco, encienden el deseo sexual tan rápido como se enciende una mecha al contacto del fuego. 

Herodes se encontraba sentado en su trono de oro y plata, cubierto de joyas y mantas de seda. El vino había avivado sus sentidos, la imagen de Salomé aparecía ante él como un sueño erótico del cual no quisiera despertar nunca. Llevaba días observándola y deseándola en silencio; su cabello castaño, largo hasta la cintura y ensortijado, como solían llevarlo los griegos. Su pálida tez sin imperfección alguna, sus senos redondos y virginales, sus caderas anchas y sus muslos gruesos, terminando en unas piernas y pies delicados. Hijastra suya, hija de la mujer con la cual se había desposado. La muchacha había accedido a bailar para él con el único fin de conseguir la cabeza de Juan Bautista. Herodes no pensaba que aquel ser tan espectacular comparable solo con Afrodita tuviese ese tipo de malicia, sabía que su mujer estaba detrás de todo eso, sin embargo a él poco le importaba Juan Bautista en aquel momento. En su cabeza sólo tenía espacio para Salomé.

La vio levantarse con timidez y caminar hasta el centro de la habitación. Los invitados se sentaron  en el suelo formando un circulo para que ella hiciese su baile justo en el medio. Se escuchó el redoble de tambores seguido de un silencio sepulcral. "Baila para mí, Salomé" sentenció el gobernante y la música empezó a sonar, inundando la habitación de sonidos y magia. Salomé estaba vestida con siete velos de colores, destinados todos a caer al piso. La joven comenzó a moverse al ritmo de la música, moviendo sus caderas y acariciándose el cabello. Al comienzo se movía con timidez, pero poco a poco y con ayuda de la música fue desinhibiéndose, con movimientos cada vez mas provocativos y  estrafalarios. 

Cayó el primer velo, después cayó el segundo. Ahora su figura destacaba más entre las telas, dejando a los invitados atónitos y a Herodes más que extasiado. La muchacha seguía moviéndose al ritmo de la música, dirigiendo su mirada al burócrata y agitando su voluminosa cabellera. 

Cayó el tercer velo, seguido del cuarto, luego el quinto. Salomé se encontraba semidesnuda ante el público, faltando sólo dos velos para mostrar su desnudez por completo. Acercó su figura al trono de Herodes, para bailarle mas de cerca. Ella le sonreía y agitaba sus caderas, jugando así un juego mortal sin escapatoria. Estaban tan cerca uno del otro, que él podía escuchar su respiración agitada por la danza, podía sentir el calor que su cuerpo emanaba por la adrenalina. 

Herodes le susurró con disimulo: te he mirado mucho, Salomé. Quizás demasiado. Me has enloquecido, hipnotizándome en cuerpo y alma. Ella no pareció conmoverse por sus palabras, sino que seguía moviéndose, juguetona e infantil.

-Déjame tenerte, niña mía- le suplicó el gobernante, mirándola con ansiedad.
-Primero cumple tu promesa-le dijo la joven desafiante.

Salomé se alejó un poco para quitarse con lentitud los últimos velos que la cubrían, dejando así sus curvas al descubierto y su piel escarchada de sudor. Ella realizó los últimos movimientos de la danza y la música culminó. Se arrodilló desnuda ante Herodes, quien completamente seducido y acalorado, hizo unas señas a sus sirvientes para que trajeran la cabeza de Juan Bautista, como lo había prometido.

La muchacha se levantó y se acercó al trono, donde Herodes la recibió tomándola de la mano. Mientras que ellos se dirigían a los aposentos reales, la cabeza de Juan Bautista era llevada en una bandeja de plata a la madre de la bailarina.

Así ambos hombres, tanto Herodes como Juan Bautista, esa noche perdieron la cabeza. Como suele pasarle a cualquier hombre cuando se encuentra ante la desnudez femenina.



Inspirada en la obra teatral "Salomé" de el único e incomparable Oscar Wilde, quien escribió una versión sensual y violenta de la historia bíblica, causando polémica en la entonces época victoriana. 

Boucless.