Somos muchas las personas que deseamos un amor verdadero, ridículo y
dedicado; y muchos de nosotros sufrimos por un amor no correspondido. Pasamos
noches pensando en esa persona, deseando enormemente que esté ahí con nosotros.
Nos frustramos. Y, como somos especialistas en el masoquismo, pensamos en lo
que haríamos con esa persona. Y me imagino acostado junto a ella, con la
cortina recogida desnudándonos ante el cielo, besándonos, abrazándonos,
riéndonos, acariciándonos, tocándonos. Entonces, escucho su respiración
agitada. Siento sus labios en los míos. Escucho mi nombre en su perfecta voz.
Nos imagino acostados en el césped, viendo las estrellas. No se escuchan
nuestras voces, pero sí nuestros pensamientos. Escucho su corazón latir fuerte.
Siento su excitación al tener su cuerpo junto al mío. Entonces, abro los ojos:
me encuentro con una habitación oscura y sola. Ni yo me siento ahí. Yo no estoy
ahí: estoy perdido en mi mente, en mis pensamientos. Me molesto conmigo mismo.
¿Por qué pienso en todo eso? Pero parece que no pensar es peor que sí pensar. Y
paso el resto de la noche odiando la realidad.
Y así hasta peor pensamos en nuestro amor platónico. Nos preguntamos:
¿por qué me pasa esto? ¿Qué hice? No me lo merezco. Y es verdad, no lo
merecemos... ¿O tal vez sí?
Estamos bobos por una persona que nos parece perfecta. Todo (o casi
todo) respecto a ella es perfecto. Nos volvemos ciegos. Su forma de vestir, sus
ojos, su voz, su cabello, su risa, su sonrisa, su figura, sus
manos, su pecho y todo nos parece que encaja en la perfección. Hasta por tanta
grandeza llegamos a sentirnos inferiores. Y por ser ciegos, no nos fijamos en
la belleza de otros. En esa persona que sí le gustas. Estamos tan locos por
aquella, que no nos fijamos bien en esta. De hecho, hasta inconscientemente le
buscamos defectos para agrandar a la otra. Y por eso no aceptamos a quien tal
vez sí nos daría amaneceres, atardeceres y noches llenas de cariño y amor. Es
entonces cuando pienso al respecto y me pregunto: ¿comenzamos enamorándonos de
verdad de una persona o sólo de la imagen de perfección que creamos? ¿Por qué
nos importan más las apariencias que los sentimientos?
Rechazamos (sin mala intención obvio) personas porque nos
parecen pequeñas, o muy altas, o por su color de cabello, de piel, de ojos, por
sus pequeños pies, por sus grandes pies, por sus dientes, por su peso, por su
voz, etc. Nos hacemos ideas erróneas. Pero entonces, cuando encontramos a
alguien que encaja con nuestro estereotipo, nos "enamoramos". Y no puedo evitar preguntarme: ¿es la búsqueda del amor, o la
búsqueda de alguien que cumpla con nuestras expectativas?
Wallflower.
Sigue siendo la búsqueda del amor, pero las expectativas s i e m p r e van a estar ahí; el problema es que creemos que cumpliéndolas estaremos consiguiendo el amor tal como lo deseamos.
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