Son exactamente las doce. Paseo por mi casa como un alma en pena, mis únicos acompañantes son el eterno "tic-tac" del reloj y mis recuerdos. Suspiro y me dirijo a mi habitación, para ser más precisos, a la ventana. Me asomo y observo la vista, taciturna. En la penumbra mis sentidos se despiertan; veo los edificios de La Candelaria también sumergidos en la oscuridad, salvo por una que otra ventana que destaca por tener las luces encendidas. Sigo guiándome por mi vista y observo la única calle que se ve desde mi perspectiva; está sola y oscura, salvo por las tenues luces de la acera y aquellos seres que se atreven a aparecen sólo en la noche.
Suspiro y me pregunto cuántas personas estarán haciendo el amor en este momento o durmiendo abrazadas bajo el calor de las sábanas. Me pregunto también cuantos hombres y mujeres estarán calmando su sed sexual en la habitación de un hotel barato por unos cuantos minutos para después separarse y no volverse a ver jamás. Pienso también en cuántas personas estarán muriendo en este momento, ya sea por la alarmante inseguridad de nuestro país, por una enfermedad o simplemente de melancolía.
Es entonces cuando analizo los acontecimientos de mi vida: 17 años. 17 cortos años que para mi han sido precipitados. Me cuestiono a mi misma pensando que quizás he vivido una vida muy apresurada y he hecho muchas cosas antes de tiempo, empiezo a recordar esas palabras que dije que hirieron a un buen amigo, a aquellos hombres que conquisté solo por despecho y una que otra contestada a mi hermana y a mi papá; espero que algún día me perdonen.
Ocurre que en el reflejo de mi ventana se aparece el rostro de ella. Está mirándome fijamente con sus grandes ojos verdes, me mira con melancolía porque sabe que yo me encuentro melancólica. A estas horas de la noche es cuando puedo sentir la presencia de todos aquellos seres queridos que no he dejado de amar y de recordar aunque el paso del tiempo siempre esté ahí, amenazante. Siento que las dos mujeres que marcaron mi infancia están aquí conmigo; al pensar en ellas, en sus vidas, sus amores, sus desesperanzas y en cómo se fueron de este mundo, logro entender por qué 17 años pesan tanto.
Logré entonces encontrar una respuesta a la pregunta que siempre me había hecho. "¿Por qué escribo?" Escribo por ellas, para que el paso del tiempo no borre sus historias. Escribo porque pienso que toda historia es digna de ser narrada si la prosa es bella y fiel.
Por ejemplo, ¿Acaso no sería digno de escribir acerca de cómo mis abuelos vivieron la guerra civil de España? ¿Cómo dejaron de comer? ¿Cómo los marineros de la embarcación en que estas dos personas zarparon a Venezuela le gritaban piropos a mi abuela por su hermosura, a pesar de que su marido estuviese presente? O ¿acaso no es digno escribir sobre cómo mi mamá en su lecho de muerte afirmó sonriente que lo mejor que le había pasado en su vida había sido conocer a mi papá? ¿De cómo estas dos personas se amaron a pesar de los rechazos, la pobreza, la enfermedad? Sin mencionar también la historia de mis otros abuelos, igual de impactante y mortal.
Dicen que no hay nada mas egocéntrico que una autobiografía. Pues yo asumiré esa carga y escribiré mi historia, quizás no directamente sino a través de cuentos y fragmentos, pero la escribiré. La historia de mi familia, de cómo se sobrevive en este mundo de sinsabores hasta llegar a mi generación.
Debo escribir simplemente como una forma de luchar con el paso del tiempo, para que la muerte no borre todas estas vivencias y para demostrar que la vida real puede ser tan fascinante como la fantasía.
Debo escribir a su vez para poner algo de orden en mi mente: para mí todo es arte. Cada suspiro, cada gemido, cada beso, cada flor, todas las lágrimas, todas las sonrisas, todos los recuerdos, son arte. Para mí todo está ocurriendo en el mismo momento, no hay un orden cronológico en mi cabeza. Mientras que yo escribo a estas horas sentada frente al monitor, al mismo tiempo está ocurriendo la Segunda Guerra Mundial, Cristobal Colón está descubriendo América y Freddie Mercury está cantando frente a miles de personas. Escribir es una forma de mantenerme cuerda y no dejarme arder por las sensaciones y los recuerdos.
Es difícil lidiar con nosotros mismos.
Boucless
Me ha gustado mucho. A veces es bueno darte cuenta de que no eres el único que piensa de cierta forma, e identificarte con otras personas. Como lo mencionas, hay magia en todo lo que pasa a nuestro alrededor, solo que algunos prefieren verlo todo como algo cotidiano. Y al igual que es preferible (por lo menos para mi) la belleza de una mujer real, a la de una estrella creada artificialmente en Hollywood, me resulta agradable leer lo que sale de la cabeza de una mujer real.
ResponderEliminarUna cosa más, me gustaría saber por qué "Boucless".
ResponderEliminar¡Muchísimas gracias por tu comentario! Pues estoy de acuerdo con tu opinión.
EliminarBoucless viene de "bucle" que en francés significa "risos gruesos" Escogí ese seudónimo porque mi cabello es muy rizado. *risas* Y bueno como este blog es compartido con otros talentosos escritores, cada quien firma su entrada con su propio seudónimo.