lunes, 12 de agosto de 2013

Un piano de leyenda. (¿Seguro?)

"Yo no quiero mirar lo que he mirado
                                        a través del cristal de la experiencia,                                                  el mundo es un mercado en que se compra
amor, voluntad y conciencia."...

"La estupidez, el vicio y hasta el crimen
pueden tener su puesto señalado,
las llagas del defecto no se miran
si las cubre un diamante bien tallado."...

"Cuándo veo a mi paso tanta infamia
y que mancha mi planta tanto lodo,
ganas me dan de maldecir la vida,
ganas me dan de maldecirlo todo.

Porque ceñido a la verdad estoy,
me dieron a libar hiel y veneno,
hiel y veneno en recompensa doy.

Y si tengo la palabra tosca,
en estas lineas oscuras y sin nombres
doblando las rodillas en el polvo,
pido perdón a Dios, pero no al hombre."

Ramón Ortega, Verdades Amargas.

Como nos dice Ortega en este poema, "Yo no quiero mirar lo que he mirado a través del cristal de la experiencia"

El pasado Sábado 10 de agosto del 2013, mi querido y gran amigo Carlos Seijas y yo decidimos asistir a un concierto de piano junto con mi musical papá y mi hermana menor. El concierto tendría lugar en el Teatro Teresa Carreño a las cinco de la tarde. La actividad llamada "Un piano de Leyenda" se realizaría en la sala José Felix Ribas. Eran varias presentaciones que se llevarían a cabo los días Viernes, Sábado y Domingo primera función a las 11 de la mañana y segunda función a las 5 de la tarde. Al llegar al teatro nos dimos cuenta de cómo había cambiado este desde que cayó en manos del gobierno; en la entrada, anuncios y carteles de gran tamaño en conmemoración del líder socialista fallecido, en el fondo del teatro se realizaba a su vez una actividad gratuita para el público en donde se podía apreciar una gran falta de profesionalismo y desorden. En la librería del Teatro sólo podíamos encontrar libros que hablaran de la renombrada revolución (termino mal empleado pues las revoluciones nunca duran 14 años), de la vida y obra de nuestro libertador, obras socialistas y afiches de Ernesto Guevara.
Mi amigo y yo salimos decepcionados de la librería, pero no dejamos que estos acontecimientos nos apagaran las ganas de oír buena música y de apreciar el talento venezolano.

Antes de empezar la función se oye una voz masculina diciendo claramente: Por favor apagar los teléfonos celulares o colocarlos en modo silencioso.

A penas empieza la función comienzan a sonar los celulares, hay niños pequeños gritando y molestando, (sin mencionar las dificultades que tuvimos para ubicar los asientos por la falta de organización) personas hablando entre pieza y pieza. Y para empeorar la situación, las personas no sabían cuando aplaudir y varias veces interrumpían a los pianistas antes de que terminaran de tocar.
 A pesar de las circunstancias, Carlos y yo disfrutamos mucho el concierto. 

Al día siguiente (Domingo 11 de agosto) mi papá asistió al concierto respectivo de las 11 de la mañana. Nos cuenta que salió de este muy decepcionado pues el ambiente donde se había llevado a cabo la actividad cultural fue muy tenso. Nos contó que Carlos Urbaneja, pianista venezolano de gran trayectoria musical, fue interrumpido por el sonido estridente de un celular que sonó tan fuerte que desconcentró al músico a tal punto que, molesto e indignado, se levantó del piano y abandonó el escenario.

Pero esta pequeña escena no es nada comparado con lo que narraré a continuación.

Ese mismo Domingo se llevó a cabo el concierto de clausura a las 5 de la tarde y mientras que Clara Rodriguez realizaba su exquisita presentación en el piano, no se sabe como pero obviamente gracias a la falta de seguridad, subió al escenario un hombre borracho quien tuvo acceso a este por la entrada de los camerinos. El hombre se tambaleaba y bailaba al lado de la pianista, quien aterrada abandonó el escenario.

Al fin actuan los guardias de seguridad y se llevan en brazos al ebrio. Mientras que esto ocurria, una persona del público se montó en el escenario brincando la muralla que hace la división entre la audiencia y el artista y gritó contento: ¡Ahora voy a tocar yo!
Este sujeto comenzó a "jurungar" el piano sin ningún cuidado, haciendose pasar por los pianistas que se presentaron aquel día.
La guardia también se lo llevó minutos después.

Yo necesitaba narrar lo acontecido en ese teatro, no podía quedarme callada. Espero que muchos tengan la oportunidad de leer esto y sepan en qué estado se encuentra nuestro país. Recuerdo que la frase de mi tesis de grado fue "Sin cultura no puede existir un país". 
Así cuidan nuestros museos, nuestras librerías y así respetan a nuestros artistas (quienes nos representan a nivel mundial) El actual gobierno venezolano es un reflejo de la gente que habita estas tierras. Disfrazan su mediocridad llamándola socialismo. No hay respeto por el arte ni por la música, la ignorancia abunda y los valores humanos se ven poco.


Como dice el poema, yo no pienso callar pues "ceñida a la verdad estoy" y poco me importa si estas palabras molestan a alguien. Todavía soy libre de expresarme, y así lo haré mientras viva. 

Boucless.

1 comentario:

  1. Wow, qué situación más caótica. Es sin duda algo muy triste enterarse de este tipo de cosas.

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