Pidió un café en aquel kiosco,
y se sentó a tomarlo. Veía con cuidado para todos lados, para no aparentar que
estaba desesperado por verla. No la veía desde aquel entonces. Estaba muy
nervioso y emocionado. Se apretaba los dientes y la lengua. Y entonces, llegó. Tenía un
olor tan espléndido y sexual, que lo excitó. Los ojos de los dos brillaban de
emoción y cariño. Se abrazaron y se sentaron.
─¿Cómo has estado todo este tiempo?─ Le preguntó él.
─Muy bien, gracias. Con números volviéndome loca, ¿y tú? ─. Ella estudiaba Ingeniería en Telecomunicaciones.
─ Leyendo como loco─. Él Comunicación Social. Ambos rieron. Entonces se quedaron viendo, recordando lo que sucedió en aquella
ambiciosa ciudad.
(Emma es una chica que conoció
en Nueva York. Se conocieron de una rápida y graciosa manera. Estaban en
Starbucks, y cuando ella retiró su café, se le botó encima. Como se quemó,
exclamó: “Coño de la madre”. Andrés estaba a su lado, esperando que le dieran
su pedido, y le preguntó: “¿Hace cuánto te viniste de Venezuela?”. Por fortuna,
los dos estaban solos y con tiempo, así que siguieron hablando. La conexión fue
tanta, que casi todos los días se vieron. Al igual que él, ella estaba de
vacaciones.
Después de días y noches
saliendo, en el último fin de semana de ella en Nueva York, frente a la puerta
del edificio donde Emma se estaba quedando, se besaron apasionadamente. La
calle estaba oscura y sola, pero se sentían seguros. Ambos poco a poco se
excitaron, y de pronto se encontraban en la cama. El tiempo se había detenido.
Todo lo demás ya no existía. Estaban dentro de un mundo habitado sólo por ella
y por él. Es impresionante cómo nosotros los apasionados olvidamos hasta el
problema más grande cuando abrazamos, besamos y nos excitamos con aquel ser que
queremos. No era sólo sexo, era algo más. Se sentían unidos, como hechos uno
para el otro. Y pasaron una increíble noche. Al día siguiente, se vieron, se
besaron y cerraron los ojos recordando lo ocurrido. Y así, otra vez
excitados, volvieron a hacer el amor. Salieron a desayunar. Él la acompañó el resto de la última tarde de ella en la ciudad. Al día siguiente regresaría a Venezuela. Cuando se
despidieron, se dieron un último y largo beso, y se dijeron hasta la próxima.
Pero ambos pensaron algo triste, algo que no entendían pero aun así lo
sintieron: que no se volverían a ver. Andrés regresó a su país el sábado de esa
semana.)
Y ahí estaban, otra vez
juntos. Cada uno hizo un resumen de su vida desde que se despidieron, pero
ambos en realidad deseaban por saber un par de cosas… Se quedaron viendo pero
de una manera diferente. No como cuando se encontraron, sino de tristeza. ¿Por
qué habían detenido ese amor?
─ ¿Has tenido alguna relación?─
Le preguntó él, nervioso.
─ No, ¿y tú?─.
─Tampoco─.
Las miradas estaban perdidas y
el silencio reinando. Entonces ella respiró profundo y fijó su mirada con
delicadeza en Andrés.
─ ¿Por qué nos dejamos de comunicar?─.
─ No sé. Creo que había pensado que
todo aquello fue un amor de verano, nada más─. Respondió él, después de
unos segundos pensando.
─Yo pensé lo mismo─.
No existía nada más, sólo los dos.
─ ¿Me extrañaste?─. Le preguntó Andrés.
─Como no tienes idea, ¿y tú a mí?─.
─Como no tienes idea─.
Ella bajó la mirada y sacó el
teléfono de la cartera, pero no le habían mandado ningún mensaje, ni la estaban
llamando. Quería esconder el rostro. Una lágrima cayó en la pantalla. Hizo como
si se estuviera rascando, pero él sabía que no le picaba el ojo.
(En aquellas vacaciones, ambos se habían agregado en Facebook. Así pudieron volverse a hablar
después de un año, cuando él le comentó un estado. Siguieron hablando en
privado, y coincidieron un lugar y hora para verse. Esto pasó este mismo día.)
─Bueno, ¿y qué piensas hacer cuando te
gradúes?─.
Preguntó él, cambiando el tema. Y siguieron hablando hasta que se hicieron las
seis de la tarde. Se despidieron, y cada uno regresó a su casa con el corazón
dando brincos. Se volverían a ver la semana entrante.
Wallflower.
Que gran manera de expresarte.
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