domingo, 26 de mayo de 2013

Carta a un analfabeta.

Yo siempre he sido de esos que piensan que cada ser vivo que ocupa espacio y vive en la tierra, tiene una función: todos nacemos con un propósito, que nosotros mismos definimos en el transcurso de nuestra vida.

Ahora bien, en el ámbito de aquellos que leen, piensan y analizan su entorno casi cómo si de respirar se tratase, pasa que crean un pequeño rincón critico-intolerante hacia todos los que no lo hacen: repudian a los que no leen, a quienes no se auto-critican, que no razonan. Pero no se dan cuenta que quizá tú, en tu mundo sin versos ni prosas, incluso sin complejidades racionales, puedes llegar a ser feliz en comparación con aquellos que leen libros, buscando escapar de su tormentosa y a veces borrascosa realidad.

No pretendo dar una idea errónea, no estoy a favor de la ignorancia. Solo busco verle el lado positivo, y también aclarar que tener conocimiento no siempre implica tener la felicidad. A veces este incluso crea más dudas, y estas dudas crecen a medida que se adquieren más conocimientos, la sabiduría crea ataduras. Para ejemplificar, dos mundos: un pescador puede estar muy feliz en su bote, atento a la llegada del fruto de su esfuerzo, llegar a su hogar, contento por su buen pago. Y mientras, un pensador puede estar sentado en su silla, siendo carcomido por sus propios pensamientos; filosofando, pero creando un misántropo.

A veces hasta creo que tú comprendes cosas que yo jamás podré entender. Podría decirse que te tengo algo de envidia, pero me arrepentiría luego de decirlo: las cuerdas del conocimiento, los libros, lo surrealista, son cosas que no podría dejar, ya son parte de mi vida.

Pero por eso te escribí a tí, tú que no me lees, y dudo puedas hacerlo. Tú eres importante para mi, y para todos los que estamos aquí, no-lector.

P.D. Espero sigas obteniendo buena pesca mañana.


Riccio.

martes, 21 de mayo de 2013

Las desventajas de enamorarse.

"A un gran corazón, ninguna ingratitud lo cierra, ninguna indiferencia lo cansa." - León Tolstói.

Dedicado a todos los que aman con locura y no se rinden.

Soy una persona joven que vive el día al día normalmente, y trata de sonreírle a la vida todo el tiempo; pero a veces se me olvida hacerlo. Son en aquellos momentos que nada más importa, sólo mis sentimientos por ella. Ella es ese obstáculo que se me hace imposible cruzar, sabiendo que lo puedo lograr. Y la verdad no entiendo qué me ha hecho para estar así. No hay un día que no piense en ella. Me he enamorado apasionadamente sin recibir nada a cambio. ¿Cómo es posible eso? Se ha convertido en canciones y escritos. ¿Cómo olvidarla si está en la melodía de esa canción que tanto amo? ¿Cómo dejar de pensar en ella si se aparece por mi mente justo cuando la esencia del amor surge en la trama de aquel libro? Se ha vuelto mi debilidad. Y la verdad es que he caminado y caminado por este infinito túnel, y no veo ni un rayo de luz que me indique el final. Sigue estando en esa silenciosa oscuridad, susurrando mi nombre. Y yo sigo persiguiendo su dulce voz, buscándola para poder estar con ella. Pero parece que mientras más corro para encontrarla, más se extiende el túnel. Me siento vulnerable. ¿Qué hechizo es este? ¿Cómo alguien como yo, tan creyente en el amor, puede sufrir tanto?

Querer a alguien nos convierte en ciegos y hasta obsesivos. Amar apasionadamente se lleva nuestro tiempo y parte de nuestra felicidad. Pensamos más en esa persona que en nosotros mismos, y ese es un grave error. Somos masoquista hasta el punto de perdonar graves errores. Somos tan débiles que podemos volver a creer. Nos olvidamos de nuestro orgullo y de nuestra dignidad. Pero, ¿acaso los que amamos con toda pasión nos merecemos esto? Supongo que, como “el tiempo de Dios es perfecto”, ya llegará esa persona y, con las lecciones ya aprendidas, no volveremos a cometer los mismos estúpidos errores que cometimos con nuestros amores no correspondidos del pasado. Seguro todo esto son experiencias que nos enseñarán a amar con locura, pero primero a nosotros mismos. Yo todavía no aprendo del todo, pero, como ya dije, supongo que me llegará la hora. Pero no puedo dejarle al tiempo toda la tarea, ni nadie debería hacerlo. Debemos hacer cosas, y no colocar la vida de los demás por delante de nosotros y pensar que eso cuenta como amor.

Y la soledad, ¿acaso nos enamoramos para no sentirnos solos, o porque amamos de verdad? ¿Cómo quedamos los que nos sentimos así porque aquellas personas no están en nuestras vidas de la forma que queremos? Es algo un poco complicado, que debe tomarse el tiempo para pensarlo seriamente. Entonces, la soledad es: ¿un miedo, o una situación sentimental producto de no amar o no ser correspondido?

Pero comparándolo con la soledad, creo que el miedo de aceptar la verdad es mucho peor. No aceptamos lo que no nos gusta como suena. Una parte de nosotros sabe la verdad, pero nos dejamos llevar por la otra parte: los sentimientos; porque creemos que hay algo más horrible que sufrir: la realidad.

Y es entonces cuando, después de leer lo que he escrito, no puedo evitar preguntarme: ¿por qué nos importa más amar al otro que a nosotros mismos?

Wallflower.

lunes, 20 de mayo de 2013

El Príncipe Sirham y el Ajedrez.

Esta es unas leyendas que más recuerdo de uno de mis juegos principales de mesa: el Ajedrez. Me encontraba en una librería ojeando libros y encontré uno de este deporte tan maravilloso, me llevo a re-escribir la historia, espero la disfruten:

Cuenta la historia del príncipe Sirham, este hombre, altivo y prepotente, trataba mal e incorrectamente a sus súbditos, ya que creía que eran de menor importancia para su reino. Entonces el brahman Sissa, que era profesor del príncipe invento un juego en el que el Rey, a pesar de ser la pieza principal, no podía hacer nada sin contar con la colaboración de sus súbditos alternos. El príncipe llego a jugar muchas partidas con su maestro y quedo maravillado con este juego. Jugó una y otra vez, hasta convencerse que no había mayor maravilla sobre la tierra. Tal alegría le produjo el juego que su maestro había inventado, que sin más le ofreció como premio, cualquier cosa que este quisiera. El sencillo, humilde y astuto brahman, queriendo darle otra lección a su alumno y señor, pidió simplemente un grano de trigo para la primera casilla del tablero, dos para la segunda, cuatro para la tercera, dieciséis para la cuarta, . . . y así sucesivamente, doblando siempre la cantidad de la casilla anterior, hasta llegar a la casilla sesenta y cuatro, la ultima del tablero.

Al príncipe le pareció muy modesta la petición e inmediatamente pidió al jefe de sus graneros que le diese a Sissa lo que este había pedido. Pero cuando los sabios de la corte calcularon la cantidad de granos de trigo que había que entregarle a brahman, resulto ser la cifra exorbitante de 18.446.744.073.709.551.615 granos de trigo. Para satisfacer tal cantidad, era necesario que se llenasen mas de ciento ochenta mil graneros con capacidad unitaria para cien mil sacos de cien mil granos de trigo cada uno. Y para producir esta cantidad, era necesario que se sembraran setenta y cinco veces todos los continentes del planeta.

Cuando el príncipe Sirham se entero de esto, lejos de molestarse, entendió que su maestro Sissa le había dado una gran lección. A partir de entonces, modero su altivez, tratando a sus súbditos apropiadamente y con gran benevolencia, obteniendo de ellos un excelente beneficio para sí y para su reino.


Esa es la parábola del nacimiento del ajedrez. Quizá todos deberíamos aplicar un poco de ella. Siempre obtendrás beneficios de los demás, si tu trato viene de la humildad de un buen rey.

Riccio.

lunes, 13 de mayo de 2013

Venezuela, la de las calles rojas.

Por hoy decidí dejar a un lado mi pasión por escribir sobre sangre y sensualidad, para dedicarle aunque sea algunas palabras a mi querida Venezuela, que tanto las necesita. La inspiración nació al entrar hoy a un supermercado y encontrar las estanterías completamente vacías. (Fotos anexadas abajo)


Caracas, el valle de Caracas. Antes conocida por su frío clima, su hermosa e imponente Ávila, su gente bonachona y más que todo, por sus techos rojos. Caracas, tierra que vivió las proezas y trifulcas de nuestros héroes, grávida de personas deseosas de poseerla o al menos visitarla. Caracas, antes tan famosa por su fastuosa elegancia y sus notables lujos, considerada el perfecto lugar para establecerse y llevar una vida con dignidad.

Hay que ver como haz cambiado mi Caracas, cómo poco a poco y gracias a la contaminación, tu clima ya no es tan frío sino caluroso y molesto. Tus calles antes tan aseadas ahora son simplemente un basurero infinito y tu gente, que antes había sido caracterizada por su amabilidad y su cultura, ahora es grosera e indiferente. Al menos el Ávila no ha sufrido tan radicales cambios; sigue siendo hermosa y aún conserva su magia de fábula indígena. Sin embargo tu y yo sabemos que podría estar en mejores condiciones, podría tener el trato que se merece. 

El teatro Municipal, inaugurado en 1881 por Guzmán Blanco, tenía los suelos de mármol y una apariencia verdaderamente alucinante. Hoy en día ya no es ni la sombra de lo que fue antes; las losas de mármol se esconden debajo de una suciedad eminente, si observas bien, podrás encontrar con suerte alguna de ellas. Su apariencia imponente y soberbia ahora se esconde tras la pintura desquebrajada y llena de orine. A simple vista no luce tan mal, de hecho la arquitectura todavía es hermosa.

El Teatro Teresa Carreño (uno de los más importantes de América Latina y el segundo más grande de América del Sur) por su parte, está lleno de publicidad política. Han convertido el arte en una cuestión de ideologías, dejando a un lado la verdadera misión de esta; transmitir y expresar belleza desde los diferentes puntos de vista. Y ni hablar del mantenimiento de los otros museos, como por ejemplo, el Museo de Bellas Artes.

Caracas, antes conocida como la de los techos rojos, ahora es la de las calles rojas. La inseguridad se ha vuelto algo común y la típica frase "No llegues de noche, algo podría pasarte" se pronuncia más que nunca en la boca, no sólo de los caraqueños, sino de todos los venezolanos. La escasez de productos y alimentos, el bolívar convertido en un maravedí gracias a los precios ridículamente altos.

¡Cómo dueles Venezuela! pienso en los caudales de tus ríos, en tus verdes e imponentes montañas, en tu diversidad animal, en tus extensas llanuras, en tus anchos mares, en tu Gran Sabana, en tus médanos... Mi corazón se achica al pensar en lo alto que te mereces estar y en lo bajo que te encuentras. No puedo culpar sólo a un gobierno negligente y corrupto, pues no solo ellos tienen la culpa. La culpa es de todos los venezolanos por dejar que algo tan hermoso y mágico cayera en manos equivocadas llenas de perfidia. Te pido perdón Venezuela mía, te pido perdón Caracas, por saber todo esto y no saber qué hacer para sacarte de este abismo.

Tierra mía, pasaste de ser "Caracas, la de los techos rojos" a "Venezuela, la de las calles rojas".


Boucless.









domingo, 12 de mayo de 2013

Ráfagas de fuego.

Se encontraba en el parque, leyendo un ejemplar algo gastado de Casas muertas, hojeándolo distraído y de cuando en cuando observando su alrededor; no tenia muchas ganas de leer, su ambiente se antojaba más interesante que aquel libro, el cual había leído ya varias veces. Los arboles danzaban a su alrededor a causa del viento que soplaba esa tarde. Por un momento creyó que el pie de uno de esos arboles se quemaba, ya que se encontraba a una distancia razonable. Luego de enfocar sus ojos en aquel suceso notó que se equivocaba: unos largos cabellos rojizos se encontraban en una delicada sien, paseaban por un rostro muy blanco, cual teclas de piano, y terminaban en el cuerpo de una chica de 17-20(pensó él), llevaba unos blue jeans rotos y algún libro en sus manos.

Estuvo varios segundos observando aquella danza de fuego, hipnotizado. Pudo haber seguido disfrutando de aquel espectáculo  de no haber sido porque los ojos de aquella Monroe, se encontraron con los suyos. Los arboles volvieron a ser el foco de su mirada, ellos no le intimidaban tanto como los ojos turquesa que acababa de detallar...

Se incorporó disimuladamente, miro su reloj, eran las cuatro menos quince minutos, se sintió cómo el conejo de Alicia: nervioso, apresurado, que debía ir a otro lugar. Miró a su alrededor y no había más nadie que ellos dos, poniéndole más inquieto, pero algo ansioso. Opto por irse, no sin ver de reojo aquellos largos cabellos en llamas, y quizá haya sido su imaginación, pero creyó haber visto en su semblante indicios de una sonrisa.

En el camino a casa no lo pudo evitar, dejo volar su ya exaltada imaginación: aquel prado, ellos solos, aproximándose el uno al otro sin despegar sus ojos y explorándose mientras, sintió el calor de sus cabellos envolverlo, su piel era tan blanca cómo caliza, pero era suave al tacto. El sonido de los arboles hacían contraste con el roce de sus cuerpos, y se unían a la armonía de su excitación al oírla gemir. No se preocupo en detallar su físico, estando ella sobre él importaba menos. Gozó de su piel, sus labios rosados sobre los suyos, gemidos que clamaban el final; cómo el cierre de un Concerto de Bach, el clímax añorado. Un ultimo gemido silenciado por un beso de índole francés.

Sus pensamientos lo habían inmolado de tal forma, que casi pierde su parada, y rápidamente se bajo del bus, para dirigirse algo apresurado a su casa. El sol se ocultaba ya, y su luz se despedía de las nubes, que emocionadas por su caballerosidad, se sonrojaban. Habiendo llegado a casa, seguía pensando en aquella chica, jamás se había visto tan exaltado ante una mujer, y decidiendo al fin, opto por acercarsele y conocerla si llegase a verla de nuevo. Se dirigió a cama, exhausto, en sueños sólo vio llamas ardiendo a su alrededor.

Despertó por el sonido de su alarma, que no le molesto esta vez, como solía hacerlo. Se levanto bruscamente y fue a la sala, se preparo un desayuno rápido, la comida era algo banal para él en ese momento. Volvió a su desgarbada habitación a vestirse. Salió sin perder mucho tiempo, no podía faltar a la clase de esa mañana, y sin embargo sólo pensaba en aquella chica.

Poca importancia le dio a las clases de Cálculo III y Física, que aunque eran sus favoritas, tenia cosas mas importantes en mente, su salida del aula al finalizar la ultima clase fue inmediata. De nuevo miró su reloj, este marcaba las tres. Rápidamente se monto en el bus que tenia dirección al parque.

Habiendo llegado, se dirigió a su sitio favorito, ese espacio solitario que tanto disfrutaba para leer, pero en ese momento no había venido para su habitual lectura. Luego de haberse sentado al pie de un árbol bastante frondoso, recordó que no traía un libro, para disimular siquiera. Se quedo sentado, sintiéndose apenado y tonto, detallando nuevamente el espacio que le rodeaba.

Mayor fue su sorpresa, cuando la chica por la que había fantaseado de forma tan sublime, había salido entre uno de los arboles cercanos al suyo, aproximándose a él, y llevaba entre sus manos el ejemplar de "casas muertas" que había estado leyendo el día anterior.

Lo había olvidado, y ella lo recogió para devolvérmelo - pensó para sus adentros, atónito.



Riccio.

sábado, 11 de mayo de 2013

De injusticia y otras impunidades.

A ojos de cualquier criminal, la frase "El fin justifica los medios" por la que Maquiavelo se caracterizaba (aunque bien nunca la dijo como tal), el delito es sólo una forma de llegar a una meta: dinero, objetos materiales de valor. Lo mismo aplica para quienes actúan y se justifican con lo anterior mencionado, como calificando un resultado como correcto pero habiendo seguido un procedimiento totalmente erróneo, ilícito más bien.

En tiempos pasados, el libertinaje se antojaba como un lujo inusual para aquellos que carecían de pudor, y a su vez, rebosaban de dinero: crueles fantasías, sadismo sin limites, deseos inconcebibles para una persona con valores morales, actos que a sus hacedores menos les duele en el alma, corrompida y trastornada por el deseo de lo carnal. Aquellos delitos, llamados "escándalos" entonces, ocurrían muy a menudo entre personas de alta clase social y eran mayormente callados o dejados de lado, y bastante común era que hubiese dinero de por medio en cada uno de esos silencios. Las victimas terminaban marcadas de por vida(considerando que vivían para contarlo) y debían permanecer en silencio, ya que tristemente, los perpetradores tenían todas las de ganar.

El lector podrá notar que poco ha cambiado el sistema "judicial" respecto a esto, y si acaso no se ha mantenido igual, ha empeorado, las influencias ahora son mayores y más comunes entre asesinos y criminales, mientras mas efectivo haya en sus bolsillos más rápido queda impune el delito. La justicia absoluta es un concepto utópico, y quizá mucho pedir para una sociedad individual, donde cada quien cuida a su sombra y se preocupa por escalar puestos sin importar quien este en su camino. El egoísmo crece en el "yo" mientras la humildad se hace mas pequeña en el "nosotros", unos respiran el odio de las masas y exhalan envidia por aquellos que ganan más, peor aun, la sociedad le facilita armas e incluso le enseña como manejarlas; nace un criminal. Comienza a cometer asesinatos, robos, crea influencias, status, el mismo cree que nadie puede detenerlo(quizá no este tan errado en su pensamiento), y aunque no lo note; esta creando más odio colectivo, repitiendo el ciclo anterior; un circulo de impunidad.

"La ley sólo existe para los pobres; los ricos y los poderosos la desobedecen cuando quieren, y lo hacen sin recibir castigo porque no hay juez en el mundo que no pueda comprarse con dinero." -Marqués de Sade.





Riccio.

Dos cuentos sobre amor y muerte.

Estas dos narraciones las escribí hace muchísimo tiempo, así que quizás tanto la temática como el uso de las palabras no alcancen las expectativas. Sin embargo considero que merecen ser publicadas. Aquí están:


Santiago

¡Los besos de Santiago! Tan suaves, tan delicados, tan provocativos. Sus labios son el camino de la locura el cual yo he recorrido cientos de veces. No hay beso de Santiago que no me haga enloquecer. Su sonrisa, perfecta y deslumbrante, me hace viajar por un universo esplendoroso. Aquella boca tan carnosa en verdad que es mi delirio.
Santiago, con sus rulitos dorados y sus labios deseables. Me pregunto acaso, si es posible ser más feliz de lo que se es estando con Santiago.

Es una tarde fresca, estamos los dos juntos en la azotea de su edificio. Me mira sonriente, yo le sonrío. Nos asomamos por el muro para observar el atardecer mientras estamos abrazados, me sujeta por el mentón y comienza a besarme dulcemente. Me carga por la cintura y me sienta en el muro mientras sigue besándome. Siento que sonríe, puedo sentir su sonrisa sobre mis labios.

Estaba tan perdida en aquel beso y en aquella hermosa tarde, que no me percaté del  empujón que me dio Santiago, haciéndome caer del muro 10 pisos abajo.

Mientras caía, veía como Santiago sonreía… Le sonreí también.


El último Boleto.

Y recuerdo los gritos de las personas horrorizadas y  mi cuerpo desmembrado en las vías del tren.
“Un último boleto, sólo de ida.” Pensaba, "El último boleto que he de comprar en esta vida." Sin destino fijo, sólo con un objetivo: desaparecer de la faz de la tierra.

Coloqué el boleto en el torniquete. Me sudaban las manos, me temblaban las piernas.

Mas nunca volveré a sentir sus labios, más nunca volveré a sentir su corazón latir, más nunca veré su sonrisa. Más nunca veré su cuerpo extendido a mi lado en las noches. Su olor, su respiración, el color rosado de sus mejillas…Color que más nunca volverá”

Bajé con lentitud las escaleras. “No hay prisa, no necesito ser puntual con la muerte”

La conocí cuando todavía estudiaba, recuerdo el primer día que la vi: sus ojitos grises, su sonrisa risueña, su forma de caminar… No tenía a nadie, sólo su compañía y con eso me bastaba. Mi mejor amiga, mi compañera, mi amante. Salía tarde de la casa, lo recuerdo, iba a llegar tarde al trabajo por culpa mía pues le había pedido que se quedara acurrucada a mi un rato más, que aprovechara que estaba lloviendo.
Quizás si ella hubiera salido a la hora adecuada, si yo no la hubiese retrasado…
Risueña y ensimismada, taciturna y meditabunda, cruzaba la calle con sus libros en el regazo y no se percató del  automóvil que, por negligencia del conductor, no había frenado cuando el semáforo lo indicaba. No pude despedirme de ella, me la arrancaron de mi lado. Mi única compañera, mi única familia.
No podía vivir con la culpa, después de todo había dos culpables: yo, ingenuo, estúpido, por quererla más tiempo a mi lado. Y el personaje para el cual no encuentro calificativos: el conductor.
Necesitaba primero acabar con el. El hombre había escapado al ver que ella no mostraba signos vitales, descubrió al fin las consecuencias de sus actos, se montó de nuevo en el auto y huyó. Lo que el hombre no sabía era que varias personas, espectadores de la espantosa escena, habían escrito o memorizado la placa.
 Aquel día como era de esperar, las autoridades anunciaron que le apresarían. Pero para mi aquello no era suficiente, diez, veinte años de cárcel no repondrían los años de vida que ella había perdido. Decidí hacer justicia por mí mismo; le mataría con mis propias manos y le haría perder los años de vida que eran de ella.
Con ayuda de un amigo, averigüé los datos del asesino por mi cuenta. Realicé una especie de investigación privada y conseguí los datos primordiales: ocupación, residencia, número telefónico.
Lo que me mantenía con vida era mi odio y mi sed de venganza, no podría castigarme a mí sabiendo que él estaría todavía vivo. No tardé en idear un plan perfecto, realmente no importaba si la policía descubría que había sido yo el asesino: para entonces ya estaría muerto.

Era de madrugada pero todavía el cielo estaba oscuro. Me infiltré en su casa sin dificultad, caminé hasta su habitación y lo vi profundamente dormido, sin problemas, como si no tuviese conciencia. Esta imagen me llenó de odio, de desesperación y de desconsuelo. Con un cuchillo apuñalé su corazón una, dos, tres… Quince veces. También el resto de su cuerpo fue descuartizado con mi arma y mi furia. El cuerpo del individuo se estremecía con cada puñalada, y sin embargo no le di tiempo de reaccionar. 

Vivía solo, como era de esperarse. Un animal como aquel no merecía compañía de nadie. Me retiré de la habitación y de la casa, luego encendí mi auto y conduciendo a toda velocidad, manejé hasta mi pieza. El automóvil, mis ropas… Todo estaba cubierto de sangre.

Me miré en el espejo y vi a un hombre completamente desconocido: lleno de sangre, con la barba en extremo descuidada, con ojeras… Me había convertido en un asesino cualquiera.
Al día siguiente, me aseguré de arreglarme bien para no causar sospechas entre la multitud. Aquella tarde comí bien, disfrutando de la última comida de mi vida.

Me dirigí a la estación de trenes, cabizbajo, con la mirada perdida. Para aquella hora las autoridades estarían ya registrando mi apartamento, quizás. Al igual que el hombre al que había matado, las autoridades eran negligentes.
Compré mi boleto sin regreso,  esperé en el andén a la llegada del tren. Empecé a escuchar el sonido de este acercándose, mi corazón se aceleró y mi vista se nubló: no había marcha atrás. Mire a mí alrededor: todas esas personas, con diferentes historias, con diferentes anécdotas que contar…

Llegaba el tren,  cerré los ojos fuertemente y susurré el nombre de mi amada. Luego me arrojé a las vías.
Si dolió, pero solo por un instante: luego lo vi todo desde otra perspectiva; desde arriba observé mi cuerpo destruido, los gritos de la multitud y el pánico del conductor.Ya no sentía, ya no respiraba… “Un último boleto, sólo de ida.” Pensaba.


Boucless

Y así pasó la noche.

Éramos 'dos', pero yo lo sentía como 'uno'. Me aferré a ti buscando una solución, pero lo único que hice fue llorar. Llorar porque aunque tenía el calor de tu cuerpo entre mis brazos, me sentí más solo que nunca. Pensaba que estaba decepcionando a mi pobre corazón, que lo hacía sufrir por masoquismo. No habían fuegos artificiales, ni lluvia, ni aroma, ni verdadera pasión. La noche era seca. No sentí a la Luna como un testigo de nuestro encuentro. Ella estaba acobijando a verdaderos amores. Tú seguías durmiendo, sumida seguro en un maravilloso sueño con la persona con quien desearías estar. Entonces, lloré más fuerte. Porque aunque yo sabía que estabas ausente, no te quería dejar ir. Aunque me doliera más que otra cosa. Pero me tragué los sonidos: no quería que me escucharas llorar. Porque quería que siguieras pensando que soy fuerte, cuando la verdad es que soy muy débil, débil a las palabras y los hechos. De que cuando amo, amo de verdad. Apasionadamente. Y seguí llorando hasta que el sueño me salvó de una triste desvelada.

Wallflower.

Carta para un romance clandestino.

Adelia escribía una carta bajo un refulgente candil en la oscuridad de la noche. Aquella carta iba destinada a un hombre llamado Bernardo Pantoja, con el cual había mantenido amores tormentosos durante 10 años. 
Él la había visto caminar observando el vaivén de sus caderas una tarde de mayo  y desde entonces no había dejado de buscarla. Fascinado por su belleza de Odalisca, la contemplaba cuando salía a pasear todas las tardes, siempre anhelándola en secreto. Cuál fue su sorpresa cuando una tarde como todas las anteriores, la ve pasear de la mano de un hidalgo caballero.Enajenado y adolorido, Bernardo juró aquella tarde que no descansaría hasta robar el amor de Adelia. 

Adelia se casó con Diego de Vivar resignada, conformándose a tener que vivir con un hombre por el cual no sentía pasión alguna. Diego era un hombre de buen abolengo, cariñoso, gentil, valiente y honrado. Conocía a Adelia desde la niñez, habían sido buenos amigos. Se había enamorado perdidamente de ella y apenas tuvo la oportunidad, pidió su mano en matrimonio. Los padres de Adelia sabiendo que él era un caballero de buena índole y que tenía buena dote, no pudieron negarse.

De Vivar sabía que Adelia lo estimaba como un buen amigo nada más, sin embargo se esforzaría por conquistarla. Después de la boda llenó a su esposa de mimos comprándole una vivienda fastuosa, colmándola de joyas, otorgándole las más dulces caricias y los más tiernos besos. Adelia por su parte vivía en una constante congoja; poco le interesaban los regalos de su marido y se aburría de su empeño por ser dulce en la intimidad. Siempre taciturna y llena de nostalgia, se dedicaba a coser y a mirar por la ventana.

Mirando por la ventana fue que conoció a Bernardo, quien la había seguido hasta su casa cautelosamente en una de las tantas veces que la vio pasear. Desde el marco de la ventana le buscó conversación desde el primer momento, siempre halagüeño. Pantoja logró enamorar a Adelia sin mucho esfuerzo, llenándola de cumplidos y consolándola de su monótona vida. Ella, quien tenía un espíritu aventurero, se dejó seducir por las palabras y el aura misteriosa y pícara de aquel hombre.

Así empezó una relación entre Bernardo y Adelia. Los amantes se encontraban en el corral de la casa o en las espesuras del bosque, cerca del río. Ella disfrutaba aquel momento en el que desnuda, se montaba a horcajadas encima de él, poseyéndolo. Le gustaba sentir que al menos por un rato era dueña de sus acciones, tenía la absoluta libertad en su cuerpo y en su alma. 

Así vivieron por casi diez años, ocultando su amor y viviendo de pasiones clandestinas en la oscuridad. Al comienzo Adelia no encontraba ninguna molestia, sentía que al fin estaba viviendo la aventura romántica que siempre había querido vivir desde niña. Sin embargo con el pasar del tiempo comenzó a descubrir que el amor de Bernardo era frío, ya no buscaba seducirla con cumplidos ni tampoco secaba sus lágrimas, se limitaba únicamente a desnudarse y a desnudarla. Hacer el amor se había vuelto una tarea más en su monótona rutina.

Adelia le manifestó sus molestias a Pantoja, y este, enojado, le contestó que siempre la había amado y que nunca dejaría de amarla. “Lo he dejado todo por ti, Adelia. Te he demostrado lo mucho que te necesito cada noche, y ahora me sales con esto.” Las palabras de Bernardo no fueron suficientes para cercenar la inconformidad de esta mujer, quien decidió irse y dejarlo con la palabra en la boca.

Cansada y contrita de sus acciones, Adelia escribía una profunda carta de despedida a Bernardo Pantoja, bajo un refulgente candil en la oscuridad de la noche. Carta en la cual manifestaba que se arrepentía de sus encuentros, que se había cansado de esperarlo en la oscuridad y de rogarle que fuese más dulce y más atento con ella, que no solo la complaciera  en la intimidad. También le dejó en claro que se equivocó con respecto a su marido, él siempre había estado allí, queriéndola, dándole todo su ser, amándola a pesar de la forma tan indiferente en la que ella lo trataba. Le afirmaba que a partir de esa noche más nunca volverían esos encuentros clandestinos entre ellos  y que más nunca lo volvería a buscar, que ahora se dedicaría a enamorarse de su esposo, quien sí la merecía.

Al terminar de escribir la carta, Adelia cerró los ojos recordando los últimos diez años  y comenzó a llorar. Inmediatamente arrugó el papel en sus manos y lo destruyó en pedacitos. Había entendido que ya era tarde para escoger al hombre indicado, después de tantos años de maltratos e indiferencias hacia Diego de Vivar, no podía simplemente comenzar a ser dulce con él y valorar sus caricias y sus besos. Sabía que el tiempo ya no podía dar marcha atrás y comenzar de nuevo con su marido no era lo correcto, el mal ya estaba hecho.

Adelia se secó las lágrimas y se puso de pie, con la frente en alto. En la oscuridad de la noche tomó sus maletas y  salió de la casa, dejando en el pasado a Bernardo Pantoja y a Diego de Vivar.

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Aquí está una historia inspirada en los libros de Isabel Allende. En ella se muestran las tradiciones de antaño, la poca libertad que poseía la mujer. 
También muestra cómo nos equivocamos al escoger a nuestras parejas. Muchas veces el amor que deseamos se encuentra frente a nosotros y nos damos cuenta demasiado tarde.
En fin, es la primera historia que escribo sobre "simplemente amor", generalmente prefiero historias menos sentimentales y más violentas, sin embargo aquí está este pequeño relato. 
Es bastante sencillo, lo considero más como una práctica de vocabulario que como historia, igualmente quise compartirlo. 

Boucless. 

Sin título que justifique a la polución.

El mar ya no llora por los cientos de poemas que se inspiran en su choque, la espuma de Amaretto y la abrasión de su dolor; porque de vez en cuando, en su soledad, era ancho e indomable, falto de un abrazo fluvial, no tan efímero.
...
¡Y vaya que lo abrazaron! cientos de buques petroleros, que lo dejaron manchado de amor al dinero, sin poemas ni risas que resaltar.

Ahora llora en silencio, con gotas de aceite en sus mojadas mejillas.

-Emebe.

miércoles, 8 de mayo de 2013

El amor: ¿un arma de doble filo?

La atracción puede ser un caso de vida o muerte. Te causará hasta estrés, miedo e insomnio. ¿Habré dicho o hecho algo malo? Hay algo muy gracioso que me pasa, que también le pasa a una muy querida amiga, y como sé que también le pasa a muchísimas personas. ¿Por qué carajo se nos va el aire cuando estamos frente a esa persona? Es como si no existieran las palabras, la vida, el oxígeno y hasta se nos olvida que estamos pisando tierra firme. La mirada fija de ella en ti puede causarte hasta un desmayo emocional. Entonces ella te habla, y te quedas pensando. ¿Estaré presentable? ¡Mira sus bellos ojos! ¿Cómo le respondo? ¿Le gustará mi voz? Y esos segundos que pasan mientras tienes una conversación contigo, serán después la causa de tu angustia. ¿Lo habrá notado? Claro que sí, me tardé en darle una respuesta. Y tanto problema que te haces por dentro, que seguro ni le paró. Y es entonces cuando no puedo evitar preguntarme, ¿por qué dejamos que el miedo nos detenga cuando tenemos miles de oportunidades ahí afuera?

Wallflower.

El monstruo dentro de nosotros.

Todos tenemos un monstruo que puede aterrar (o no) a la persona que queremos. Cada uno de nosotros tiene un defecto en especial, como tu antagónico talento. Puede ser algo insignificante desde el punto de vista general, como comerse las uñas de las manos o coleccionar monedas; o algo de verdad monstruoso como comerse las uñas de los pies, excitarse lamiendo una axila o por el olor de un zapato sucio. Pero la verdad es que, si escondemos ese monstruo por tanto tiempo para no asustar a esa persona en especial, ¿terminará rugiendo y exponiéndose? Cuando vayan a la cama a tener relaciones sexuales, y ella o él se quiten los zapatos y no puedas evitar un gemido de excitación por el olor; o cuando hayan terminado el acto, y tu pareja se meta al baño porque sus principios le dicen que el sexo es pecado, ¿te seguirá gustando esa persona? ¿Las relaciones se tratan de amar la perfecta imagen que creamos del otro o de aceptarlo como es y amarlo sin importar qué?

Wallflower.

lunes, 6 de mayo de 2013

Otra cuestión de la vida: las personas que entran, y las que se van.

Comienzo sin saber qué escribir, con una taza de café a mi lado, la habitación a oscuras, Adele sonando y mi manos sobre el teclado. Mi mente trabaja buscando las palabras para plasmar algo, pero aún no sé qué es. Pero puedo asegurar que es algo de amor, siempre termino escribiendo sobre amor.

Sin duda, no tenemos idea de qué estamos ganando, y mucho menos perdiendo. Me explicaré mejor para que entiendas. Me colocaré a mí como ejemplo, ahora te toca a ti sentirte identificado o tratar de meterte y entender mi personalidad. Vivo la vida normalmente. Soñando con un grandioso futuro, y superando las expectativas en mi presente. Pero hay algo que no controlo, y es quien entra y quien sale de mi vida. Quizás algunos se alejen por causa de ellos mismos, y otros por algo que hice yo. La cuestión está en que, mientras pasa el tiempo, sentimos que nada cambia; pero cuando vemos para atrás, todo es diferente. Y empiezas a extrañar a esa persona que se alejó. Y sabes que, hagas lo que hagas, no volverá, porque las cosas cambiaron y todo es diferente. "Las personas cambian y las promesas se rompen" - Jonas Brothers.
  Al comienzo, es imposible saber si esa persona que entró a tu vida te la cambiará. No lo sabes. No sabes si te amará, y tu lo último que harás es amarla, aunque no por nada malo, simplemente por que no y ya. Pero cuando ella se aleje, probablemente empezarás a pensar en ella. Extrañarás que esté ahí, queriéndote como aquella persona que sí quieres no te corresponde. Entonces, la insoportable frase cliché se te pasará por la mente: "No sabes lo que tienes hasta que lo pierdes".

Por eso tenemos que manejar estas situaciones delicadamente, sin caminar sabiendo que no estamos listos, caminando al sentir que sí lo estamos. Así que tengamos cuidado. Las personas no son para usarlas. Pero antes que todo, estás tú primero. Cuidado con lastimar a alguien, pero mucho cuidado con lastimarte a ti. Tú eres la mejor relación que tendrás por siempre. Eres tu compañía en un salón lleno de gente, y en tu solitaria habitación.

Wallflower.

sábado, 4 de mayo de 2013

Necesidades Insaciables.

Quisiera escribirte en la piel, tatuarte mis sentimientos y todos aquellos recuerdos que hemos vivido juntos. Para ti las imágenes son esenciales; se revuelven en tu cabeza, se mezclan y entremezclan entre sí, guardas en tu mente cada color, cada detalle, cada rostro. En cambio para mí son esenciales las palabras; ellas recrean todo lo que alguna vez he soñado y deseado, me alimentan el alma y con ellas fabrico las historias y los cuentos que hacen a mi mente volar en libertad; juego con ellas.

Siempre revivo nuestros encuentros en mi mente, aquellos momentos tan esperados en los cuales nos miramos a los ojos complacientes, leyéndonos el pensamiento y cada uno de nuestros gestos, sabiendo lo que va a pasar y añorándolo con todas nuestras fuerzas, sumergiéndonos en aquel ritual sensual tan necesario como insaciable, oyendo únicamente el sonido de nuestra respiración, acelerándose.

Revivo cada uno de los besos,  las caricias otorgadas, las sonrisas juguetonas, los abrazos desesperados y las expresiones de placer. Lo revivo tan profundamente que me estremezco y se me congela la piel; después regreso de aquel abismo de los recuerdos y me atormenta una necesidad ardiente de escribir, de escribirte a ti, amor mio.

Es entonces cuando me siento aquí frente al ordenador y dejo que mis palabras fluyan, me entrego a la escritura así como me entrego a nuestra intimidad, dejando siempre un pedacito de mi ser después de cada encuentro.

En estos momentos me atormenta una necesidad ardiente de escribir, de escribirte a ti, amor mio. 

Boucless.




jueves, 2 de mayo de 2013

Crisálida.

"En general, la humanidad siempre me ha parecido detestable" Ernesto Sábato.

Siempre me he preguntado "¿Por qué a pesar de que tenemos buenos amigos, un amor apasionado y tantas otras cosas, nos sentimos tan solos?" Intento no mirar hacia atrás, intento no recordar las cosas vividas que han marcado mis ojos con lágrimas en el transcurrir de los años. Cada día que me miro en el espejo llego a la conclusión de que no soy la misma de ayer. No es que haya ocurrido un cambio físico perceptible en mí, sino que al ver la languidez de mis párpados y mis labios sin expresión me doy cuenta de que cada año pesa, y cada recuerdo deja una marca en la piel. Quizás por esa razón el ser humano envejece: Las penas acumuladas de la vida van poco a poco dejando su marquita en nuestro cuerpo.

Quizás he estado demasiado tiempo sumergida en las páginas olvidadas de los viejos libros y eso me prohíbe ver la realidad tal y como es, dejándome vagar por un abismo de soledad constante. No te mentiré, hay días en los que tu recuerdo si quiera pasa vagamente por mi mente, pero hay tardes como las de hoy en las que tu rostro se fija desprevenidamente en mi cerebro: Ahí esta la marquita asomándose de nuevo.

A veces lo miro a él, a los ojos, y sólo puedo sentir que me está ocultando algo; también él debe sentirse solo. Lo tomo entre mis brazos llenándolo de palabras de amor; todas las palabras de amor que conozco. Desearía saber como llegar hasta ti, tocarte el corazón, tocarte el alma. Vernos juntos en el espejo y no ver ninguna marca, sólo la marca que es capaz de dejar el amor. Me gustaría lograr enamorarte así como yo lo estoy de ti, quizás así la soledad de ambos se poblaría un poco más. 

Me siento como una mariposa que no logra salir de su crisálida: Estoy presa entre mis recuerdos y mis marcas, muriendo de las ansias de poder volar en libertad, sin recordarla a ella en ningún instante, teniéndolo a él siempre a mi lado, sonriendo. 


"En un planeta minúsculo que corre hacia la nada, nacemos en medio de dolores, crecemos, luchamos, hacemos sufrir, gritamos, morimos, y otros están naciendo para volver a empezar la comedia inútil" Sábato.


"En todo caso había sólo un túnel, oscuro y solitario: el mío" Sábato.

Boucless.