Éramos 'dos', pero yo lo sentía como 'uno'. Me aferré a ti buscando una solución, pero lo único que hice fue llorar. Llorar porque aunque tenía el calor de tu cuerpo entre mis brazos, me sentí más solo que nunca. Pensaba que estaba decepcionando a mi pobre corazón, que lo hacía sufrir por masoquismo. No habían fuegos artificiales, ni lluvia, ni aroma, ni verdadera pasión. La noche era seca. No sentí a la Luna como un testigo de nuestro encuentro. Ella estaba acobijando a verdaderos amores. Tú seguías durmiendo, sumida seguro en un maravilloso sueño con la persona con quien desearías estar. Entonces, lloré más fuerte. Porque aunque yo sabía que estabas ausente, no te quería dejar ir. Aunque me doliera más que otra cosa. Pero me tragué los sonidos: no quería que me escucharas llorar. Porque quería que siguieras pensando que soy fuerte, cuando la verdad es que soy muy débil, débil a las palabras y los hechos. De que cuando amo, amo de verdad. Apasionadamente. Y seguí llorando hasta que el sueño me salvó de una triste desvelada.
Wallflower.
No hay comentarios:
Publicar un comentario