Esta es unas leyendas que más recuerdo de uno de mis juegos principales de mesa: el Ajedrez. Me encontraba en una librería ojeando libros y encontré uno de este deporte tan maravilloso, me llevo a re-escribir la historia, espero la disfruten:
Cuenta la historia del príncipe Sirham, este hombre, altivo y prepotente, trataba mal e incorrectamente a sus súbditos, ya que creía que eran de menor importancia para su reino. Entonces el brahman Sissa, que era profesor del príncipe invento un juego en el que el Rey, a pesar de ser la pieza principal, no podía hacer nada sin contar con la colaboración de sus súbditos alternos. El príncipe llego a jugar muchas partidas con su maestro y quedo maravillado con este juego. Jugó una y otra vez, hasta convencerse que no había mayor maravilla sobre la tierra. Tal alegría le produjo el juego que su maestro había inventado, que sin más le ofreció como premio, cualquier cosa que este quisiera. El sencillo, humilde y astuto brahman, queriendo darle otra lección a su alumno y señor, pidió simplemente un grano de trigo para la primera casilla del tablero, dos para la segunda, cuatro para la tercera, dieciséis para la cuarta, . . . y así sucesivamente, doblando siempre la cantidad de la casilla anterior, hasta llegar a la casilla sesenta y cuatro, la ultima del tablero.
Al príncipe le pareció muy modesta la petición e inmediatamente pidió al jefe de sus graneros que le diese a Sissa lo que este había pedido. Pero cuando los sabios de la corte calcularon la cantidad de granos de trigo que había que entregarle a brahman, resulto ser la cifra exorbitante de 18.446.744.073.709.551.615 granos de trigo. Para satisfacer tal cantidad, era necesario que se llenasen mas de ciento ochenta mil graneros con capacidad unitaria para cien mil sacos de cien mil granos de trigo cada uno. Y para producir esta cantidad, era necesario que se sembraran setenta y cinco veces todos los continentes del planeta.
Cuando el príncipe Sirham se entero de esto, lejos de molestarse, entendió que su maestro Sissa le había dado una gran lección. A partir de entonces, modero su altivez, tratando a sus súbditos apropiadamente y con gran benevolencia, obteniendo de ellos un excelente beneficio para sí y para su reino.
Esa es la parábola del nacimiento del ajedrez. Quizá todos deberíamos aplicar un poco de ella. Siempre obtendrás beneficios de los demás, si tu trato viene de la humildad de un buen rey.
Riccio.
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