Ahora bien, en el ámbito de aquellos que leen, piensan y analizan su entorno casi cómo si de respirar se tratase, pasa que crean un pequeño rincón critico-intolerante hacia todos los que no lo hacen: repudian a los que no leen, a quienes no se auto-critican, que no razonan. Pero no se dan cuenta que quizá tú, en tu mundo sin versos ni prosas, incluso sin complejidades racionales, puedes llegar a ser feliz en comparación con aquellos que leen libros, buscando escapar de su tormentosa y a veces borrascosa realidad.
No pretendo dar una idea errónea, no estoy a favor de la ignorancia. Solo busco verle el lado positivo, y también aclarar que tener conocimiento no siempre implica tener la felicidad. A veces este incluso crea más dudas, y estas dudas crecen a medida que se adquieren más conocimientos, la sabiduría crea ataduras. Para ejemplificar, dos mundos: un pescador puede estar muy feliz en su bote, atento a la llegada del fruto de su esfuerzo, llegar a su hogar, contento por su buen pago. Y mientras, un pensador puede estar sentado en su silla, siendo carcomido por sus propios pensamientos; filosofando, pero creando un misántropo.
A veces hasta creo que tú comprendes cosas que yo jamás podré entender. Podría decirse que te tengo algo de envidia, pero me arrepentiría luego de decirlo: las cuerdas del conocimiento, los libros, lo surrealista, son cosas que no podría dejar, ya son parte de mi vida.
Pero por eso te escribí a tí, tú que no me lees, y dudo puedas hacerlo. Tú eres importante para mi, y para todos los que estamos aquí, no-lector.
P.D. Espero sigas obteniendo buena pesca mañana.
Riccio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario